El arquitecto Pedro de Arrieta fue uno de los principales arquitectos del siglo XVIII, iniciando la primera etapa del barroco en México. Trabajó principalmente en iglesias y conventos como: la Basílica de Guadalupe, la Iglesia de Profesa, el Convento de Corpus, el Cimborrio de la Iglesia de San Miguel y la escalera del convento de San Fransisco, así como también el Palacio de la Inquisición, actualmente escuela de medicina.
Su obra se destaca por la enorme capacidad de trabajo, el uso de materiales típicos de la cuenca del Anáhuac como el tezontley. A pesar de seguir un estilo, Arrieta supo darle su sello personal con la influencia del arte aborigen, uso elementos arquitectónicos indígenas sutilmente mezclados en el contexto de sus diseños. Su obra es principalmente arquitectura religiosa ya que la enorme concentración de la riqueza en manos de la iglesia influyo mucho en el arte y cultura de esa época.
La mayoría de sus obras se han perdido total o parcialmente, pero aún quedan muchas para recordar con admiración su figura, basta con ver la cúpula de Santa Teresa la Antigua, digno ejemplo de grandiosidad.
Pedro de Arrieta falleció en la Ciudad de México el 15 de diciembre de 1738 y fue sepultado en la capilla de la Soledad de la Catedral de México ya que allí se enterraban a los maestros mayores de la Catedral de México.