El proyecto realizado por la arquitecta Anupama Kundoo fue patrocinado por la ONG Volontariat de Pondicherry, se construye con la intención de probar la viabilidad de una técnica constructiva utilizada por primera vez por el reconocido arquitecto iraní-estadounidense Nader Khalili y desarrollada posteriormente por Ray Meeker.
Para ello solo necesita dos ingredientes: ladrillos de barro secados al sol y mortero también de barro (nada de cemento, nada de acero). Ayudada por estudiantes y voluntarios, levanta una estructura abovedada cuyo interior funciona como un horno. Luego mezcla en el suelo polvo de carbón con arcilla para hacer un fuego sin necesidad de madera. Durante cuatro días somete la estructura a 960 grados centígrados y, al final, la casa queda horneada y resistente (más tarde se recubrirá de trozos de cerámica para proteger el exterior). Dentro, la arquitecta ha cocido además otros ladrillos, que serán utilizados para construir una nueva bóveda. Y así hasta levantar el Orfanato Volontariat de Pondicherry (India), una de sus obras emblemáticas, en la que recupera una técnica encontrada en un manuscrito persa.
De este modo, mientras la casa se va construyendo, la casa va generando otros materiales constructivos. No solo consume, sino que produce. Un caso de sostenibilidad genuina. Anupama Kundoo comenta durante un encuentro en Madrid: “India me ha dado la oportunidad de ver todo el espectro social: de los más ricos a los más pobres, y creo que son los más pobres quienes le pueden sacar el mayor partido al diseño arquitectónico para mejorar sus vidas”
Por obras como el Orfanato Volontariat, la arquitecta india se ha convertido en “una especie de figura de culto” para quienes buscan una arquitectura de la austeridad y en armonía con el emplazamiento, según escribió Edwin Heathcote en el Financial Times. “El diseño no es solo para gente con recursos, y no creo que las situaciones low cost deban ser solo para los que no los tienen”, dice Kundoo. “Porque conseguir más por menos es una cuestión de eficiencia en el diseño. Un gran presupuesto no tiene por qué ser sinónimo de casas bonitas, se hacen casas horribles con mucho dinero”.
Fuente: El País
Foto 1: Arquitectura Viva / Foto 2 by Andres Herzog